La Entrevista.
- “Lo siento mucho Julián, por motivos de estrategia comercial, no continuas en la empresa. Al bajar no olvides darle tu badge a seguridad”, fueron las ultimas palabras que escuchó esbozar a la que había sido su jefa por los últimos 3 años, de un momento a otro pasó de ser un supervisor en la planta a ser parte del temido mundo de los frac... de los desempleados.
La transición fue inmediata, no hubo tiempo para reuniones de despedida o siquiera poder recoger el que había sido su cubículo. – “Por favor devuelva el badge” le dijo en un tono muy serio el mismo guardia de seguridad con el que hasta esa mañana, intercambiaba un ameno saludo a diario, tras entregarlo solo bastaron unos cuantos clicks en aquella computadora para ser borrado de la base de datos del edificio donde había pasado más tiempo que en su propia casa desde que empezó a vivir en ese ya no tan nuevo país.
Posterior a ese evento, sin mucho margen para lamentos o pesares; esa misma tarde decidió prepararse nuevamente para volver a ser parte de ese “pujante” mundo actual, ese mundo al que poco le puede importar que un inmigrante (o cualquiera realmente) hubiese perdido el trabajo.
Pues así paso Julián a elaborar un nuevo currículo, uno que intentase satisfacer todos esos “deseos” de todos aquellos personajes que se auto denominaban gurús del reclutamiento en masa y que ya a ese punto habían impuesto su tendencia en ese mundo.
Un entorno que mientras intentaba creerse original, realmente era terriblemente genérico; pero como genérico también era necesario, necesario para hacer un poco más decente nuestro transitar sin tanta pena y con algo de gloria en eso que llamamos “la vida”.
Luego de muchas semanas y equivalentes modificaciones a esa hoja de papel que intenta explicarle al mundo que tenemos algo de utilidad como escl.. como empleados; finalmente sonó el teléfono con una propuesta laboral.
En primer lugar, creyó que se trataba de otro de esos ya diarios intentos de venderle algo al teléfono, ya que apenas posó su oído en el auricular una voz ya se encontraba adentrada en lo que parecía ser un guion.
- ¿Disculpa, me escuchas? esbozó la voz, Julián rápidamente se presentó y la voz procedió a decir -Mi nombre es Isabel, analista de HR en Q.., te llamó porque hemos analizados tu perfil en L y queremos reunirnos contigo para discutir una propuesta de trabajo ¿El jueves 11 te parece bien?
Julián sin dar crédito a su suerte, rápidamente contestó – Perfecto, allí estaré el jueves. Isabel se despidió con una serie de instrucciones que prometió enviar de manera detallada más tarde a través de un email.
Al concluir la breve conversación Julián suspiró un tanto aliviado, considerando que era la primera entrevista que agendaba luego de hallarse cesante.
Al recibir el correo con las indicaciones que previamente Isabel había explicado en el teléfono, procedió a redactar un folio en otro idioma donde se debía explicar con el mayor detalle posible todas las responsabilidades que tenia en su otrora empleo. Todo eso le hizo sentirse listo para afrontar la temida experiencia de la entrevista.
Una experiencia muy similar a ser sometido a un juicio, pero con la salvedad de no haber cometido otro crimen que el de encontrarse desempleado. Así llego el ansiado jueves 11, Julián se levantó temprano, repasó ciertos conceptos técnicos requeridos para el cargo y aprontó un outfit de esos que los gurús catalogaban como apropiado para el ambiente profesional.
Mientras hacia el largo recorrido en el bus interdepartamental con destino al complejo empresarial al que había sido citado, encontró algo de calma en un playlist que también usaba para olvidar los largos días de trabajo a los que hasta hace relativamente poco, solía estar acostumbrado .
Al llegar al complejo, se sorprendió por el gran contraste entre el entorno rural donde se hallaba y los modernos edificios que delineaban el inmenso lugar, mientras se presentaba ante los guardias de seguridad que más allá de los sueldos, nada tenían que envidiarle a una unidad militar, Julián recordaba las palabras de su amigo Nahuel que solía describir ese complejo como “El Disney de los empresarios que únicamente invierten cuando no existe la palabra impuestos”.
Luego del escaneo biométrico de rigor, la entrega de su documento y varias fotografías para la base de datos, finalmente pudo acceder a ese lugar, un lugar cuya inmensidad abrumó, encontrándose obligado a pedir indicaciones dentro de esa pequeña ciudad.
Al presentarse rápidamente en la oficina indicada, con un par de minutos de tardanza debido a haberse perdido en los largos pasillos. Aparece una joven que saluda y se introduce como Isabel, le ofrece una bebida y de forma apurada lo guía hacia una de las múltiples salas de conferencia de la empresa.
Posteriormente, en tanto apenas lograba tomar asiento, Julián empieza a contestar en dos idiomas las preguntas que lanzaba sin parar su interlocutora, quien no dejaba de tomar atentamente notas a todo lo que se decía.
Tras unos minutos que parecían eternos, Isabel sonriente exclama -Es hora que conozcas a la jefa de proyecto, ya regreso.
Inmediatamente ingresa otra joven a la oficina, se presenta rápidamente como Julieta y sin apartar los ojos de una laptop toma una hoja de papel con los apuntes de Isabel y procede a dar lectura a las notas de su reclutadora.
Casi tan rápido como se imprimía el boleto del ómnibus que lo había llevado allí, Julieta dice sin reparos dirigiéndose a Isabel – “Yo no estoy precisando este perfil actualmente, nada te cuesta leer los emails que te mando.”
Un fuerte silencio invadió la oficina y Julián solo pudo escuchar “Lo siento mucho Julián, debes irte. No olvides entregarle el badge al guardia de seguridad.”
- “Lo siento mucho Julián, por motivos de estrategia comercial, no continuas en la empresa. Al bajar no olvides darle tu badge a seguridad”, fueron las ultimas palabras que escuchó esbozar a la que había sido su jefa por los últimos 3 años, de un momento a otro pasó de ser un supervisor en la planta a ser parte del temido mundo de los frac... de los desempleados.
La transición fue inmediata, no hubo tiempo para reuniones de despedida o siquiera poder recoger el que había sido su cubículo. – “Por favor devuelva el badge” le dijo en un tono muy serio el mismo guardia de seguridad con el que hasta esa mañana, intercambiaba un ameno saludo a diario, tras entregarlo solo bastaron unos cuantos clicks en aquella computadora para ser borrado de la base de datos del edificio donde había pasado más tiempo que en su propia casa desde que empezó a vivir en ese ya no tan nuevo país.
Posterior a ese evento, sin mucho margen para lamentos o pesares; esa misma tarde decidió prepararse nuevamente para volver a ser parte de ese “pujante” mundo actual, ese mundo al que poco le puede importar que un inmigrante (o cualquiera realmente) hubiese perdido el trabajo.
Pues así paso Julián a elaborar un nuevo currículo, uno que intentase satisfacer todos esos “deseos” de todos aquellos personajes que se auto denominaban gurús del reclutamiento en masa y que ya a ese punto habían impuesto su tendencia en ese mundo.
Un entorno que mientras intentaba creerse original, realmente era terriblemente genérico; pero como genérico también era necesario, necesario para hacer un poco más decente nuestro transitar sin tanta pena y con algo de gloria en eso que llamamos “la vida”.
Luego de muchas semanas y equivalentes modificaciones a esa hoja de papel que intenta explicarle al mundo que tenemos algo de utilidad como escl.. como empleados; finalmente sonó el teléfono con una propuesta laboral.
En primer lugar, creyó que se trataba de otro de esos ya diarios intentos de venderle algo al teléfono, ya que apenas posó su oído en el auricular una voz ya se encontraba adentrada en lo que parecía ser un guion.
- ¿Disculpa, me escuchas? esbozó la voz, Julián rápidamente se presentó y la voz procedió a decir -Mi nombre es Isabel, analista de HR en Q.., te llamó porque hemos analizados tu perfil en L y queremos reunirnos contigo para discutir una propuesta de trabajo ¿El jueves 11 te parece bien?
Julián sin dar crédito a su suerte, rápidamente contestó – Perfecto, allí estaré el jueves. Isabel se despidió con una serie de instrucciones que prometió enviar de manera detallada más tarde a través de un email.
Al concluir la breve conversación Julián suspiró un tanto aliviado, considerando que era la primera entrevista que agendaba luego de hallarse cesante.
Al recibir el correo con las indicaciones que previamente Isabel había explicado en el teléfono, procedió a redactar un folio en otro idioma donde se debía explicar con el mayor detalle posible todas las responsabilidades que tenia en su otrora empleo. Todo eso le hizo sentirse listo para afrontar la temida experiencia de la entrevista.
Una experiencia muy similar a ser sometido a un juicio, pero con la salvedad de no haber cometido otro crimen que el de encontrarse desempleado. Así llego el ansiado jueves 11, Julián se levantó temprano, repasó ciertos conceptos técnicos requeridos para el cargo y aprontó un outfit de esos que los gurús catalogaban como apropiado para el ambiente profesional.
Mientras hacia el largo recorrido en el bus interdepartamental con destino al complejo empresarial al que había sido citado, encontró algo de calma en un playlist que también usaba para olvidar los largos días de trabajo a los que hasta hace relativamente poco, solía estar acostumbrado .
Al llegar al complejo, se sorprendió por el gran contraste entre el entorno rural donde se hallaba y los modernos edificios que delineaban el inmenso lugar, mientras se presentaba ante los guardias de seguridad que más allá de los sueldos, nada tenían que envidiarle a una unidad militar, Julián recordaba las palabras de su amigo Nahuel que solía describir ese complejo como “El Disney de los empresarios que únicamente invierten cuando no existe la palabra impuestos”.
Luego del escaneo biométrico de rigor, la entrega de su documento y varias fotografías para la base de datos, finalmente pudo acceder a ese lugar, un lugar cuya inmensidad abrumó, encontrándose obligado a pedir indicaciones dentro de esa pequeña ciudad.
Al presentarse rápidamente en la oficina indicada, con un par de minutos de tardanza debido a haberse perdido en los largos pasillos. Aparece una joven que saluda y se introduce como Isabel, le ofrece una bebida y de forma apurada lo guía hacia una de las múltiples salas de conferencia de la empresa.
Posteriormente, en tanto apenas lograba tomar asiento, Julián empieza a contestar en dos idiomas las preguntas que lanzaba sin parar su interlocutora, quien no dejaba de tomar atentamente notas a todo lo que se decía.
Tras unos minutos que parecían eternos, Isabel sonriente exclama -Es hora que conozcas a la jefa de proyecto, ya regreso.
Inmediatamente ingresa otra joven a la oficina, se presenta rápidamente como Julieta y sin apartar los ojos de una laptop toma una hoja de papel con los apuntes de Isabel y procede a dar lectura a las notas de su reclutadora.
Casi tan rápido como se imprimía el boleto del ómnibus que lo había llevado allí, Julieta dice sin reparos dirigiéndose a Isabel – “Yo no estoy precisando este perfil actualmente, nada te cuesta leer los emails que te mando.”
Un fuerte silencio invadió la oficina y Julián solo pudo escuchar “Lo siento mucho Julián, debes irte. No olvides entregarle el badge al guardia de seguridad.”