Ir al contenido principal

El Graduando y la Arepa Filosofal


En esto de que estas por graduarte de pronto te percatas de que día que pasa, día que falta menos para atarte a una nueva realidad, a la cual puedes tenerle miedo y sin embargo tarde o temprano deberás enfrentarla… Pero, estas listo para dejar tu realidad actual? Vamos a estar claros, no eres la verga e’ triana ahorita, de hecho puede que nunca lo seas, pero estas cómodo con lo que tienes o mejor dicho con lo que no tienes todavía…

Obviamente escribo esto porque lo estoy viviendo, pero estoy seguro de que tu también lo has vivido o vivirás – claro, estoy contando con que no seas un saco de papas y con que eventualmente te pasara también -.

OJO: yo no pretendo ayudarte a escoger tu camino, no soy el Dalai Lama ni Oprah, solo soy un humilde escritor/político/estudiante/astronauta que como tú escribe sandeces para sacarlas de su mente y sentirse un poquito mejor...

Viene una encrucijada y hay que elegir una ruta… veo gente desesperada por llegar a algún lugar, autobuses que van y que vienen, una bomba de gasolina y una arepera donde me siento a esperar: tarde o temprano tendré que abordar alguno de esos buses y arribar a algún lugar, pero por los momentos no tengo apuro… tampoco es que tengo adonde llegar.

Pensándolo bien, una arepera tampoco es el mejor lugar para esperar el autobús, pero regresar de donde vienes nunca es buena opción -Chivo que se devuelve se esnuca- #RefránVenezolano. Tripéate el momento, felicítate por llegar hasta acá, algo bueno tuviste que haber hecho para llegar adonde estas. No todos nos podemos dar el lujo de escoger hacia donde vamos, así que pide una arepa, tómate un jugo, habla con la pana que tienes al lado y olvídate, aunque sea por un rato, del bus que tienes que tomar... Relajado bro no vas a llegar ni tarde ni temprano a la cita que te espera...

Ojo, tampoco se te puede ir el tiempo y la plata de arepa en arepa, porque en menos de lo que te des cuenta vas a dejar de ser comensal para convertirte en el mesonero de la vida de los demás, y eso mis queridos y valientes lectores, no es negocio (al menos para mí).

Volviendo a lo que me llevo a escribir y dejando de lado el peo de las arepas, la harina pan y pdval; aún no sabes a donde carajo ir verdad? jajaja ya te dije antes que no tenia ninguna intención de convertirme en tu puto guía espiritual, si ni siquiera soy el mío propio; sólo un consejo te puedo sugerir: y es que no te atropelles en elegir a donde ir, tampoco en elegir el primer camino que veas porque parezca ser el mas fácil o el que asemeje ser el "políticamente mas correcto" para encajar con los demás, a fin de cuentas es tu vida y tu sabrás qué demonios quieres hacer con ella.

Con esas palabras me despido por hoy, había tardado en aparecer porque estaba ocupado en mi propio viaje y si te interesa el cuento te digo el final: termine bajándome del bus –por miedo, porque me botó el conductor o quizás me di cuenta que ese autobús no llevaba a ningún lado- eso también pasa y buuurda pero, como diría Francesca, #Pa'LanteMarik

Ahora estoy en una encrucijada distinta a la que hice referencia al principio de esta nota, Pero relajado bro, sobra camino y ganas de rodar... Antes de que me vuelva a instalar a hablar paja me vuelvo a despedir, ya esta lista mi reina pepiada....

Entradas populares de este blog

El Quijote de papel

Precisar sobre qué escribir resulta un ejercicio bastante complejo de por sí, pero si esta pretensión literaria nos conduce al relato de una historia con nombre y apellido, con pasiones y decepciones, como cualquiera de los mortales, los estigmas de nuestra propia historia nos convierten, inexorablemente, en un amasijo de contradicciones. Tal vez sea ESA la verdadera causa y consecuencia de esta historia. Miguel Guerrero era un joven común y corriente, más corriente que común, con una vida que de rutinaria tenía todo: por las mañanas era un mecánico de oficio, mediocre, bastante distante de esos genios dignos de ser biografiados o al menos de aquél hombre común que algo distinto aporta a la labor; él era, más bien, uno como cualquier otro, de los que intentan trabajar dignamente mientras sueñan que la vida les dará esa ventana de luz que todos buscamos. Por las noches, cuando la grasa inserta en los poros de su piel y el cansancio propio de su profesión se lo permitían e

No

No me ignores más, mira que en ti yo estoy perdido. No repitas, que lo que siento está prohibido. No me mires, si no es como te miro. No me pidas, que te deje en el olvido. No te encierres, yo te muestro lo que digo. No me esquives, sólo quiero estar contigo. No me digas no, y te regalare suspiros...